Estrictamente hablando, no eres lo que miras en el espejo. Estamos hablando de ti. Te ves a ti misma en el espejo, lo que ves es lo que vendes. Pero nunca te has visto dentro de tu alma. Eso es lo que eres, y eso es lo que no estás proyectando. Mira tus vestidos. Quieres ser sexy. ¿Pero por qué? ¿Está tu sexo a la venta? Y hay una sensación, ¿por qué no lo compra alguien? Y si alguien lo compra, ¿qué objeción habrá? Tu mentalidad, sentimentalismo, y proyección enteros es: “¿Cuántos hombres me aprecian?” Y la proyección de todo hombre es, “¿Qué tan rápido la puedo aprovechar?” Tú le diste a luz a Guru Nanak, le diste a luz a Buda, le diste a luz a Mahoma, le diste a luz a Jesús, le diste a luz a Rama, le diste a luz a Krishna. Tú le diste a luz a todo el mundo. Tú eres la madre. Y sufres a manos de un hombre porque te vendes abiertamente en un mercado abierto. Cuando vendes tu cuerpo, es eso lo que eres. Te encanta flirtear, por lo tanto no estás alerta. La mujer que es una coqueta es el peor enemigo de sí misma. Coqueteas con tu juventud, coqueteas con tu edad adulta, coqueteas con tu vejez.. Cada vez que una mujer se baratea, pierde su gracia. Una vez que hayas perdido tu gracia ya no eres nada. Tienes excusas, “Tengo mi pasado, tengo mi futuro, tengo mi ayer, tengo mi mañana.” Olvídalo!, todas esas son excusas. Las excusas son abusos, el abuso es personal. Las excusas son abusos personales. Te abusas a ti misma. Sufres a manos del hombre, siendo la dadora del hombre mismo. Es gracioso cuando Manu inicia sus escritos sobre la mujer. Escribe centenares de páginas alabando a una mujer: “Tú eres la diosa. Tú eres el yo. Tú eres la divinidad. Tú eres la fuente del Universo. Tú eres el camino de Dios. Tú eres el mañana.” Él sigue y sigue y sigue y sigue, y al final dice una sola línea: “Pero, oh mujer, cuando la cabeza se te cae en los talones, eres tu peor enemigo.” Y se detiene. Nunca dice otra línea más. Si toda mujer hiciera que todo hombre nacido respetara, entonces no habría ninguna crueldad, ni desorden, ni crueldad mental, ningún delito en todo este planeta, el mundo sería paraíso. Eres la maestra, eres tú la primera introducción. ¿Se lo puede negar? Lo que le enseña una madre al bebé en su útero no se puede aprender en la Tierra. ¡Tú eres la encarnación por excelencia!
© Las Enseñanzas de Yogi Bhajan